HORNAZO DE SALAMANCA

 INGREDIENTES

Masa

800 grs de harina de trigo
125 ml de vino blanco
125 grs de agua tibia
50 grs de manteca de cerdo
15 grs de levadura seca
3 huevos
1 cucharada de azúcar granulada

Relleno

Jamón de pierna
jamón Ibérico
chorizo español

PREPARACIÓN

Para comenzar a preparar el hornazo disolver en agua tibia la levadura con una cucharada de azúcar y dos cucharadas de harina, esperar 15 minutos hasta que espume. Hacer un volcán con la harina, en el centro volcar la levadura, los huevos batidos con el vino, la manteca de cerdo, amasar hasta que la masa esté suave y no se pequegue de las manos, formar una bola y ponerla a levar en un tazón engrasado  cubierto con un paño de cocina por una hora.

Forrar una placa de horno con papel mantequilla.Pasado el tiempo desgasificar la masa y cortarla en tres bolas distribuidas aproximadamente así:400 grs, 250 grs y 150 grs, la primera bola se estira del tamaño de la placa y se deja un poco más gruesa porque será la que sostenga el relleno.

 La segunda bola se estira y cubre la hornaza, se pinta con huevo y se cierran bien los bordes para que el relleno no se salga y la tercera bola se estira más fino y se pasa el rodillo de rombos para hacer la celosía, de no disponer de uno puede hacerlo con un chuchillo, pintar con huevo nuevamente. Llevar al horno a 180°C por 30 minutos.

Hornazas en muchos lugares de España las preparan de dulce o sal con diferentes rellenos. El origen de la hornaza de Salamanca municipio y ciudad del mismo nombre, es una ciudad española ubicada en la Comunidad Autonónoma de Castilla y León.

El origen del Hornazo de Salamanca data de 1543 cuando, según crónicas de la época, el Rey Felipe II de España 1527 – 1598, llamado el prudente, decretó que durante ocho días antes de la Cuaresma y hasta el Lunes de Pascua las prostitutas debían abandonar la ciudad de Salamanca, y permanecer bajo la atenta mirada del “padre putas”, como se le llamaba al clérigo encargado de hacer respetar dicha norma.

¿Quién era el “padre putas”? El sacerdote que vigilaba "La casa de la mancebía", es decir, donde residían y trabajaban las prostitutas. La norma, además de obligarlas a no ejercer su oficio durante los días santos, las obligaban a ir a misa. En este lugar el “padre putas” debía tener una cama limpia con dos sabanas, almohada, una silla y un candil; y en invierno debían procurarle fuego y comida diariamente. Si las mujeres incumplían alguna de las reglas eran azotadas.

En el siglo XVI se extendió por Europa una ola de moralidad y España no fue la excepción, por esta razón durante años las autoridades lucharon por hacer desaparecer de las calles a las mujeres que desempeñaban “el oficio más antiguo del mundo”, pero fracasaron en su intento.

Sobre ellas se extendía la discriminación por parte de la sociedad, y fueron obligadas a distinguirse de las mujeres "de bien" al salir de sus burdeles usando mantillas amarillas, y su tránsito por las ciudades era permitido exclusivamente hasta antes del anochecer. 

Algunas de ellas pintaron las fachadas de las casas con colores fuertes y les pusieron ramos de flores para que los clientes supieran dónde encontrarlas, de allí derivó la palabra ramera que pasó a convertirse en uno de los tantos nombres con las que hasta en la actualidad se les nombra a estas mujeres.