INGREDIENTES
300 grs de azúcar refinada
4 kilos de guayabas
agua cantidad necesaria
agua cantidad necesaria
PREPARACIÓN
El líquido que resulta se lleva al fuego por 40 minutos con el azúcar hasta que espese y se vea transparente, sin revolverlo ni tocarlo con una cuchara, solamente moviendo la cazuela de ese maravilloso liquido de guayaba. Se pasa a un recipiente y desmolda cuando esté frio.
La jalea se diferencia de la mermelada porque tiene una consistencia firme pudiendo cortarse en trozos. Solo se puede hacer jalea con frutas que contengan pectina como las guayabas, el membrillo, las moras y manzanas. La jalea la crearon los árabes muchos años antes que en el imperio Bizantino crearan las mermeladas.
¿Quién no recuerda cuando eramos niños a las madres y abuelas preparando dulces caseros en las haciendas o en sus casas? Personalmente en mi quedó gravado ese delicioso olor que invadía la cocina con el dulzor de las guayabas o del dulce que estuvieran preparando en ese momento, y al final cuando se enfriaba la paila la esperabamos para raspar lo que quedaba del dulce era una delicia para los niños de la casa.
Nigúna mermelada ni dulce comercial podrá nunca igualar éstas delicias que preparaban antaño, desafortunadamnete ésta costumbre ha ido desapareciendo con el pasar del tiempo, talves por la comodidad de comprarlos ya preparados o por falta de tiempo también puede ser.
Un recuerdo perdurable para mi que les comparto hoy después de tantos años de no tener a mi abuela y siendo abuela de una preciosa nietecita recuerdo esos días maravillosos lejanos con nostalgia mucho amor y agradecimiento por haber tenido una abuela maravillosa, nunca vi en sus manos un libro de cocina, todo lo que preparaba eran recetas heredadas de su mamá y abuela como siempre con cariño nos comentaba.
Guardo en mi memoria el recuerdo de mi abuela preparando espejuelos, tortas, repostería y amasijos caseros como ella los llamaba, además dulces de cuanta fruta había que en su casa o en la finca preparaba para deleite de sus hijos y nietos.
Con su mirada comprensiva y en sus manos la destreza que tenía para cocinar, en sus palabras mucho amor con esa tranquilidad y serenidad que dan los años, con infinita paciencia nos mimaba y a los mayores los sorprendía con sus recetas sin ninguna pretensión en ella no existía el ego.
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